lunes, 2 de enero de 2012

Olor a jazmín

(A la memoria de mi abuela Anunciación, 
probablemente, la persona más buena que jamás conoceré)


Siempre que huelo a jazmín me acuerdo de mi abuela Anunciación. Cuando llegaba la época en la que los jazmineros florecían y se llenaban de sus pequeños luceros inmaculados ella aprovechaba para poner en práctica un ritual propio del ingenio popular que inundaba con su profundo perfume cualquier casa humilde. El proceso era (y sigue siendo) sumamente sencillo: el jazmín recogido y transportado con cuidado (incluso en la palma de la mano) se ponía en un plato o pequeño cuenco (un cenicero vacío y limpio, por ejemplo) en el que se depositaba un poco de agua y se dejaba reposar. El olor intenso del jazmín sobre el agua garantizaba el perfumado de cualquier estancia durante unos días. Días en los que uno veía consumirse la flor blanca y se cuestionaba sobre quién habría enseñado a mi abuela ese original truco casero.

Quienes me conocen (y a quienes no, ahora se lo digo) saben que soy un gran defensor de los valores del mundo rural y de su gente. De la sabiduría popular y de la valía de aquellos que con muy poco fueron (y todavía son) capaces de sacar adelante a muchos. Si algún valor me transmitió mi abuela durante los treinta años que vivió en casa fue la importancia de la honradez y del servicio a los demás sin esperar nada a cambio. A la larga, esa ayuda siempre se transforma en respeto y reconocimiento a la talla humana, algo que hoy día parece olvidado por muchos.

Tengo que reconocer que los primeros apuntes que tengo para escribir esta entrada tienen varios meses de vida. Por aquel entonces, la falta de talla humana se centraba en aquellos directivos de banca que, tras su nefasta gestión y la necesidad de ayudas públicas, habían cobrado jugosas jubilaciones por su 'eficiente' paso al frente de ésta o aquélla entidad... En esos días recordaba a mi abuela y a toda una generación de españoles que vivieron una Guerra y una dura posguerra con carestía y necesidades y que, pese a esa precaria situación, no olvidaron sus principios de honradez, trabajo y ayuda a los demás. Pero como mi padre siempre dice (y puede que haya repetido ya en más de una ocasión): "En este país el listo vive del tonto y el tonto, de su trabajo".
Y así fue en aquellos días. Mucho revuelo social. Muchas críticas incluso de los gobernantes del equipo de Zapatero y de todos los agentes sociales... Pero la millonada, a la buchaca de cada uno, que aquí todo se olvida o se tapa con otro escándalo. 

Cuando ya estábamos guardando en el cajón esta caradura de unos cuantos ahora nos llega el yerno del Rey a darnos nuevas lecciones de cómo trincar sin escrúpulos y sin importar lo que representas. Lo de Urdangarín es de traca. Utilizando su posición como miembro de la Casa Real hacía (presuntos) negocios con Administraciones públicas (dejaremos a un lado de qué signo político eran, porque no creo que sea relevante aunque sí curioso...) para embolsarse millonadas por labores de asesoramiento y otros trabajos varios...

A lo que  hemos llegado... Lo que Santiago Carrillo no supo hacer en plena Transición lo va a conseguir el ex jugador del FCB de balonmano. En algunos foros y numerosos twitteros se habla ya del servicio de Iñaki Urdangarín a la causa de la III República. El Rey se apresura para sacar a la luz (después de 30 años...) las cuentas ¿públicas? de la Casa Real. O lo que es lo mismo, qué es lo que hace con el dinero que todos le pagamos con nuestros impuestos y cuánto se lleva al año. Los políticos de los grupos mayoritarios se apresuran a arropar la figura del Monarca que incluso le dio algo de chicha a su discurso navideño para desmarcarse de la actitud 'poco leal' de su yerno...

Pero aquí lo que hay es una cara dura generalizada de todos abrumadora. ¿Me quieren hacer creer que nadie en Zarzuela sabía que Urdangarín estaba trincando utilizando su posición dentro de la realeza? Vamos, que fue casual su traslado a Wachintón con toda su familia para trabajar... ¿dónde? en un McDonalds, en un Pizza Hut? Nooooooo: En Telefónica y por una pasta gansa... ¡qué estrecheces pasará el hombre para sacar adelante a sus cuatro hijos! Lastimitamedamireusté.

Nos quieren engañar como a chinos. Esto demuestra como la corrupción también reside en la cúspide del Estado, que está viendo como el yerno se va a cargar el chiringuito y va a dejar al Príncipe Felipe sin trabajo... Todo esto nos demuestra también como ya uno no puede fiarse de nadie y menos de quien representa una institución anquilosada en el pasado y basada en el derecho divino. O si no, que alguien me diga dónde hacerme del temario para las oposiciones de rey... Pero esto es harina de otro costal y lo trataremos en otra ocasión. 

Como decía al principio, cuando huelo a jazmín me acuerdo de mi añorada abuela Anunciación. Recuerdo su trabajo constante y preocupación por todos antes que por ella misma. Sus valores de respeto y de ayuda al prójimo... Y por contra, veo a este grupo de personas instauradas en las esferas altas del poder (algunos de forma permanente) que están a años luz de estos valores de mi abuela y de la mayoría de quienes conforman la base social de este país. Si quienes deben velar por los intereses públicos, por los ahorros de toda una vida (vaya jeta también la de Ruiz-Mateos, por cierto) o simplemente deben representar a todo un país con honradez y limpieza demuestran su falta de talla moral y/o se ríen de quienes sufragamos todo este chiringuito con nuestros impuestos, ¿cómo puede haber personas que todavía se cuestionen que algo está fallando seriamente en este sistema que tenemos en España?

Está claro que algo debe cambiar. Y se debe empezar por arriba. 


Os dejo con un enlace a un descubrimiento que he tenido hace unas semanas. La gran Amalia Rodrigues, la Reina del Fado y representante de un país al que todavía hay gente que mira con un incomprensible desprecio. Pobres... no saben todo lo que se están perdiendo.



PD: Una última cosa y que nadie se ha atrevido hasta el momento a cuestionarse (o no ha podido públicamente): ¿Qué opina de todo este follón la Infanta Cristina, esposa del (presunto) trincón de Urdangarín?






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